Se acerca el Mardi Gras de Nueva Orleans

El bullicio del Mardi Gras en Bourbon Street, en pleno French Quarter de Nueva Orleans (Foto: Bailey Schultz)

El Carnaval se acerca. En todas las partes del mundo en el que se celebra esta festividad las máscaras y las viejas tradiciones burlonas se preparan con impaciencia, y Nueva Orleans no podría ser menos.

El Carnaval de Nueva Orleans, mundialmente conocido como Mardi Gras, tiene lugar principalmente el Martes de Carnaval, que este año cae el 8 de marzo. Pero el afamado Mardi Gras no se limita a un día, ni mucho menos. De hecho, las celebraciones comenzaron en la llamada Twelfth Night (Doceava Noche), el 6 de enero, con el tradicional baile de máscaras organizado por los Twelfth Night Revelers, una de las krewes más antiguas.

Las krewes son una de las piedras angulares del Mardi Gras. Son sociedades que se dedican en cuerpo y alma a la celebración del Carnaval, y las más antiguas datan de mediados del siglo XIX. Todas ellas tienen extravagantes nombres que parodian a las sociedades secretas tan en boga en el siglo XIX norteamericano, y mantienen curiosas tradiciones, que dan gran parte de su sabor a la principal fiesta de Nueva Orleans. Las más destacadas son la Mistick Krewe of Comus, la Krewe of Proteus, Rex, el Zulu Social Aid & Pleasure Club y la Krewe of Momus.

La temporada de desfiles empieza este viernes. Desde esta semana los desfiles serán casi diarios, aumentando su número y asistencia según se vaya acercando el Martes de Carnaval. El ambiente de la ciudad irá aumentando, y para el Sábado de Carnaval la población se habrá doblado y las celebraciones principales comenzarán. Con la llegada del Martes darán comienzo los desfiles principales, que  y comenzarán a lanzar al público un extenso catálogo de collares, doblones falsos y pequeños juguetes típicos de este día. El Jazz, que normalmente ocupa cada esquina de la ciudad, estará aún más presente, y cada centímetro de asfalto, desde Canal Street hasta el French Quarter, pasando por los afamados barrios de Treme o Fauburg Marigny, se rendirá a la fiesta. Las leyes federales que prohíben ocultar la cara se suspenden ese día en Nueva Orleans, los negocios «serios» cierran y toda la ciudad, locales y visitantes por igual, inundan las calles de jolgorio, música y exceso, vestidos con los colores tradicionales del Mardi Gras: verde, amarillo y morado. La vieja Nola, que nunca fue muy dada a la moderación, no se dará un respiro hasta el Ash Wednesday (Miércoles de Ceniza).

Los desfiles no son la única tradición carnavalesca de Nueva Orleans. También están las comparsas de «indios emplumados«, los portadores de antorchas, los cocos pintados, las deliciosas tartas reales, con su regalito dentro que obliga al que lo encuentra a invitar a otra tarta… el Mardi Gras es un mundo en sí mismo, un momento alejado de la realidad diaria que, como todas las cosas buenas que existen, vale la pena experimentar por lo menos una vez en la vida. Pocas ciudades pueden ofrecer lo que Nueva Orleans regala cuando se pide a los miembros de las krewes que lancen algo («Throw me something, mister!»), cuando se baila en la segunda línea de una banda de Jazz o cuando se grita, a plena garganta, el lema más emblemático del Mardi Gras: «Laisez les bons temps rouler!»