La Guerra de Secesión o Guerra Civil Estadounidense enfrentó a los estados del Norte de la nación, con los once estados rebeldes del Sur, que se emancipan de la Unión creando los Estados Confederados de América.La causa principal fue la permanente discrepancia a lo largo de los años entre los estados del Norte y los del Ssur en cuanto al tema de la abolición de la esclavitud. A mediados del siglo XIX, esta tensión se convirtió en miedo. Tanto los estados sureños como los norteños temían perder el control del gobierno federal y los debates parlamentarios se radicalizaron. Alegando que la esclavitud era la base de la economía agrícola de los estados del Sur, los anti-abolicionistas defendieron su postura con uñas y dientes frente a las paulatinas leyes con espíritu abolicionista que se decretaban, como la prohibición de la trata de esclavos. La sociedad también estaba dividida. Las diferencias económicas entre Norte y Sur eran evidentes: frente a una cada vez más sólida industrialización de los primeros, estaba la sociedad agrícola tradicional de los segundos, basada en su mayor parte en el algodón recogido por los esclavos. También eran muy claras las diferencias socio-culturales. La mayoría de la inmigración se establecía en el Norte, formando una sociedad mucho más plural que la del Sur, en la que la mayoría de los estados eran gobernados por blancos protestantes y anglosajones, con una larga tradición esclavista.
Desde 1830, el abolicionismo fue perseguido en la medida de lo posible en muchos estados sureños. Los profesores sospechosos de ser abolicionistas fueron expulsados al Norte, se prohibió el correo con propaganda anti-esclavista e incluso se censuró la literatura abolicionista. Esto no impidió el masivo éxito de la novela “La cabaña del Tío Tom” de Harriet Beecher Stowe, publicada en 1852 y obra importantísima para concienciar a mucha gente sobre las causas abolicionistas.
Lincoln es elegido presidente
La tensión entre Norte y Sur llega al máximo con la victoria de Abraham Lincoln en 1860. La postura de abolir definitivamente la esclavitud parecía imparable, por lo que el Sur rural se sintió amenazado, ya que el 95% de los esclavos negros vivía en su territorio, frente al 1% de los negros del norte. Sin esa mano de obra gratuita, la economía sureña se colapsaría. Antes de tomar Lincoln la posesión de su cargo como presidente, siete estados esclavistas decidieron abandonar la Unión: el primero de ellos, Carolina del Sur. Se establece así un gobierno independiente que proclama los Estados Confederados de América en febrero de 1861. Las posesiones federales son tomadas por los confederados y estos abandonan sus asientos en el Senado y el Congreso, permitiendo que las votaciones en estas institucuiones se decantaran por la abolición definitiva. Con esta polarización extrema, cada estado se vio obligado a tomar partido de un lado u otro. Alguno de ellos, caso de Virginia, tuvo una secesión interna y en muchos fueron ejecutados sin juicio partidarios de ambos bandos.
Inicio de la contienda
Desde el principio, Lincoln se niega a reconocer la soberanía de los Estados Confederados. Viendo como las posesiones federales del Sur eran tomadas por los rebeldes, se vio obligado a hacer un llamamiento a todos los estados de la Unión para defenderlas. Los confederados también arengaron a sus propias milicias para defender estas posesiones, y se produjeron los primeros combates. Durante el conflicto hubo más de 10.000 enfrentamientos entre ambos bandos, casi la mitad de los cuales se registraron en los estados de Virginia y Tennessee.
Desde el principio, la Unión bloquea los principales puertos del Sur, diezmando su economía y suministro, aunque en estos primeros años, la moral de las tropas sureñas era excelente. Al situarse la mayoría de los combates en su territorio, contaban con cierta ventaja y el reclutamiento forzoso aseguraba una cantidad de efectivos que superaba a la Unión. Primeras batallas como la de Bull Run, la de Fredericksurg, la de Chancellorsville o la Campaña del Norte de Virginia fueron victorias aplastantes del Sur, que contaba con la figura del general Robert E. Lee como la de un líder invencible.
La Batalla de Gettysburg
Sin embargo, en 1863, el bloqueo ya comenzaba a hacer mella en las tropas confederadas. Escasos de suministro y con unas tropas desmoralizadas por las sangrientas pérdidas de jóvenes soldados en todos los frentes, en su mayoría de clase social baja, y por tanto sin esclavos, la balanza comienza a decantarse por una poderosa Unión. El primer síntoma de este desequilibrio fue la Batalla de Gettysburg (1863), en la que el general unionista George Meade consigue vencer a un casi legendario general Lee. Esta batalla, la más sangrienta de toda la contienda, dejó 8.000 soldados muertos y más de 30.000 heridos. Sin embargo, Lee consigue huir y reubicarse en otros frentes, consiguiendo todavía pequeñas victorias que permiten continuar la guerra.
Victoria de la Unión
En 1864, Lincoln nombra al general Ulysses Grant comandante de los ejércitos de la Unión. Grant potenció todavía más el bloqueo, ahogando definitivamente la economía confederada y sitiando las principales ciudades. Casas, granjas y ferrocarriles del sur fueron destruidos sin compasión bajo sus órdenes. En numerosos frentes, la Unión avanzó lentamente, arrasando todo a su paso hasta llegar al mar. La simbólica Atlanta fue tomada en septiembre. Grant, aprovechando esta ventaja, tomó la estratégica ciudad de Vicksburg, controlando el valle del Mississippi, partiendo por la mitad a la Confederación y ahogando su salida hacia el Atlántico.
Ese año hay elecciones y Lincoln vuelve a ganar. Este hecho, junto a la progresiva pérdida de bastiones confederados, acaba definitivamente con la moral de las tropas sureñas. Menguado por las innumerables bajas y las masivas deserciones, el ejército rebelde pierde toda esperanza de victoria y Lee se rinde en abril de 1865. La guerra había dejado más de un millón de muertos (3% de la población total) e incontables mutilados, sin contar las bajas civiles no cuantificadas. Pocos días después del final de la guerra, Abraham Lincoln es asesinado por simpatizantes del derrotado gobierno confederado.
Paz y reconstrucción de la nación
Tras la guerra, se proclama la emancipación de los esclavos en todo el país. La Constitución es reformada, incluyendo tres nuevas enmiendas: Prohibición de la esclavitud, protección legal federal a los individuos de cualquier raza y derecho de voto para todos. Más de 4 millones de esclavos son liberados en el Sur y se convierten en ciudadanos estadounidenses. El presidente Lincoln había sido asesinado, pero su política de reconstrucción siguió adelante hasta 1877, dotando de más poder a las instituciones federales con el objetivo de unificar al país y cerrar viejas heridas. Sin embargo, estas heridas no cicatrizaron en el castigado Sur, y se siguió con una velada política de segregación.
Pese a la victoria del Norte y su integración en los gobiernos del Sur, con un control inicialmente militar, la tradición esclavista y racista en muchos estados del Sur no fue capaz de cambiarse en tan pocos años. Tras la retirada de las tropas federales, los republicanos sureños consiguieron implantar por vías políticas un sistema de segregación racial que duró casi un siglo.