Estados Unidos es un país de contrastes en todos los sentidos, y la geografía no podía ser menos. La profusa vegetación y las tierras de labor del Este dan paso a las amplias praderas centrales, que a su vez se ven interrumpidas por la impresionante presencia de las Montañas Rocosas. Este sistema montañoso se extiende de Norte a Sur, desde Canadá hasta Nuevo México, y forma parte de la Cordillera Americana, una serie de sistemas que ocupan toda la parte occidental de América, desde Alaska a la Patagonia. Aunque en los Estados Unidos existen otras cordilleras destacadas, como los Apalaches o las Ozark, es en las Montañas Rocosas donde podemos encontrar las cumbres norteamericanas más representativas. De ellas, las trece primeras se encuentran en el estado de Alaska, aunque también hay ejemplos destacados en los estados de Colorado, Washington y California. Estas son las diez principales:
Monte Denali-McKinley (Alaska)
Es el pico de más altura del país, con cotas de 6.194 metros sobre el nivel del mar y uno de los más complejos para ascender y descender, dados sus extremados desniveles y las bajas temperaturas provocadas por su cercanía al Círculo Polar Ártico. Forma parte de la cordillera de Alaska y fue descubierto por los norteamericanos a finales del siglo XIX, en plena fiebre del oro. El primer hombre en coronarlo fue Frederick A. Cook en 1906, que documentó la hazaña en el libro “To the Top of the Continent”, aunque no faltaron escépticos que volvieron a escalar el pico posteriormente para desmentir la historia de Cook. Existe una controversia sobre su nombre: fue rebautizado McKinley en 1890 como apoyo político al entonces presidente William McKinley, aunque el nombre tradicional es Denali («la grande» en la lengua koyukon athabaskan). Este último nombre fue recuperado en los años 70 por el Estado de Alaska, donde es oficial, aunque a nivel federal se sigue denominando McKinley por el empeño de los congresistas de Ohio (lugar de procedencia del antiguo presidente), que año tras año bloquean las peticiones de Alaska.
Monte Saint Elias (Alaska)
Bautizado así por el profeta bíblico, su nombre en el idioma tiglit es Yaas’éit’aa Shaa. Este pico tiene una altura de 5.488 metros sobre el nivel del mar, y el primer alpinista en intentar ascender la cumbre fue Vitus Bering, de nacionalidad rusa, en 1741. Sin embargo, hasta 1897 no fue coronado por primera vez por Luis Amadeo de Saboya. Actualmente, el monte comparte territorios con Canadá y está muy cercano al océano. Tiene una gran verticalidad y espectaculares valles, ríos y picos que contienen una fértil naturaleza, pese a que a medida que se asciende las condiciones son cada vez más extremas, con cotas de nieve perpetuas a partir de los 600 metros.
Monte Foraker (Alaska)
Al igual que el McKinley, se ubica en el Parque Nacional Denali y tiene una altura sobre el nivel del mar de 5.304 metros. Debe su nombre el gobernador de Ohio en 1899, Joseph B. Foraker y fue escalado por primera vez en agosto de 1934. A distancia, se puede ver al lado del McKinley, a modo de pico gemelo. De hecho, la etnia tanana lo llama Menlale, que quiere decir «esposa de Denali».
Monte Bona (Alaska)
Pertenece a las montañas Saint Elias, al Este del estado. Es el volcán más alto del país y el cuarto de Norteamérica, con 5.044 metros sobre el nivel del mar. Sus enormes extensiones de hielo y numerosos glaciales abarcan 64 kilómetros cuadrados de extensión blanca, que penetran hasta el territorio Yukon de Canadá. Su nombre de origen italiano se debe a que fue explorado por primera vez por el Duque de Abruzzi en 1897, y ese era el nombre de su yate. Fue al fin coronado en 1930 desde los glaciares rusos por los alpinistas Allen Carpé, Terris Moore y Andrew Taylor.
Monte Blackburn (Alaska)
Volcán de 4.996 metros de altura, el Blackburn es uno de los más complicados de escalar del mundo, con un relieve extremo. Debido a esto, no fue coronado hasta 1958, aunque se cree que un primer ascenso previo no fue correctamente identificado por los alpinistas. Pertenece al Wrangell-St. Elias National Park en la cordillera Wrangell, y consta como uno de los picos con más glaciares de Alaska, como el conocido glaciar Kennicott, con más de 32 kilómetros cuadrados de hielo de una extrema pureza y calidad.
Monte Sanford (Alaska)
Otro volcán del Parque Nacional Wrangell-St. Elias, al Este del estado. Tras el Bona y el Blackburn es el más alto de los Estados Unidos. Su lado Sur tiene uno de los relieves más pronunciados de América del Norte. Su riqueza geológica es sorprendente, ya que pertenece a diferentes eras como el Pleistoceno y el Holoceno, con una edad que roza el millón de años. Se bautizó en 1885 y se escaló por primera vez en 1938. En 1948 fue célebre el choque de un avión con 30 pasajeros en una de sus laderas, cuyos cuerpos, cubiertos por varias capas de nieve, no fueron recuperados hasta 1999. El primer ascenso en solitario de su cumbre fue una hazaña del japonés Naomi Uemura, aventurero empeñado en emprender en solitario hitos sólo realizados antes en equipo, que falleció poco después de coronar el Monte McKinley en 1968.
Montaña Fairweather (Alaska)
A 20 kilómetros al este del Océano Pacífico, en el Parque Nacional y Reserva de la Bahía de los Glaciares, se sitúa esta montaña dentro de la cordillera Saint Elias, que sirve como punto limítrofe entre Estados Unidos y Canadá. Su nombre, Fairweather, alude al buen tiempo de la zona en el momento de su primera exploración, acometida por James Cook en 1778, aunque en realidad este “buen clima” brilla por su ausencia, con continuas y agresivas precipitaciones en forma de nieve todo el año y temperaturas que alcanzan los -46 grados centígrados. El primer ascenso con éxito se realizó en 1931 por los montañistas Allen Carpé y Terris Moore. Como muchos otros montes de Alaska, alguna de sus laderas tiene un relieve vertical de tremendas elevaciones, aunque esta verticalidad casi nunca se puede apreciar por las nubes que cubren perpetuamente el monte.
Monte Hubbard (Alaska)
En el sistema montaños de Saint Elias se sitúa este monte que comparte territorio con Canadá. Se bautizó con el nombre del primer presidente de la National Geographic, Gardiner Greene Hubbard, que financió la primera expedición liderada por Israel Rusell en 1890. Su altura de 4.557 metros sobre el nivel del mar y su aislamiento, al rodearse de impenetrables glaciares, lo sitúan como uno de los picos más particulares de Alaska. En alguna de sus laderas la escalada es imposible, como en la oeste, que tiene 2.286 metros de elevación en sólo tres kilómetros cuadrados de extensión.
Monte Bear (Alaska)
Con 4.520 metros de altura sobre el nivel del mar, el monte Bear se sitúa justo en la frontera sur con Canadá, formando parte del sistema Wrangell- Saint Elias. Rodeando sus laderas fluyen los glaciares Branard y Klutlan. Es un pico relativamente desconocido por los alpinistas, que prefieren escalar los más populares Lucania o Logan, muy cercanos y con más altura que el Bear.
Monte Hunter (Alaska)
En el Parque Nacional de Denali, a 13 kilómetros del Monte McKinley, se ubica esta cumbre de 4.442 metros de altura sobre el nivel del mar. Los dena’ina denominan a la cumbre Begguya, que significa «hijo de Denali». El nombre Hunter proviene de Anna Falconnet Hunter (1885-1941), que financió la primera expedición. La extrema dificultad de la cumbre en términos alpinísticos no permitieron su coronación hasta 1954.