Los mil habitantes del condado de Nelson, al norte de Atlanta (Georgia), llevaron la segunda enmienda de la Constitución al límite al votar unánimemente la obligatoriedad de tener un arma de fuego en cada familia.
Este surrealista decreto se explica para «prever la gestión de emergencias» y, ante todo, «proteger la seguridad y el bienestar general de la localidad y de sus habitantes».
Jackie Jarrett, miembro del consejo municipal defiende con uñas y dientes la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense, que da el derecho a tener y portar armas a los estadounidenses en un momento muy polémico donde los debates para regular esta enmienda están a la orden del día.
Es sabido que el presidente Barack Obama inició recientemente una campaña para controlar las armas y evitar los tiroteos que de vez en cuando ensucian la imagen del país. Sin embargo, ciudadanos como los de Nelson se oponen radicalmente a este debate y defienden la enmienda por medio de votaciones como esta.
Desde luego, Jarrett pide «responsabilidad» a los ciudadanos y en realidad, la obligatoriedad de esta ordenanza no es tal, ya que queda exenta a los ciudadanos con menores recursos económicos, los discapacidados, los culpables de delitos graves y las que por objeción de conciencia o creencias religiosas se oponen a las armas de fuego.